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Si después de haber vivido la experiencia de la Profesión temporal decides entregarte completamente al Señor y abismarte en su profundo Corazón para toda la vida, el paso a seguir es la Profesión perpetua en la que definitivamente quedas insertado en el Instituto para toda la vida.

Nuestra formación no culmina con la Profesión perpetua, sino que es un proceso que continúa durante toda nuestra vida; estamos llamados a renovarnos constantemente tanto espiritual como intelectualmente, todo ello con el objetivo de poder amar más y servir mejor.

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